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De las 20.000 personas que ha ayudado el programa de cuidado médico del World Trade Center en el hospital Mount Sinaí, en Manhattan, desde 2002, aproximadamente un 30% son hispanas y entre un 10 y 15% polacas. Un 20% de la cifra total han sido trabajadores que realizaron tareas de limpieza, dijo el doctor Michael Crane, vicedirector del programa.
 
 

Hay quienes se recuperaron y regresaron a la fuerza laboral, pero otros no se han recuperado de los trastornos físicos y psicológicos derivados de la tragedia. Sin mencionar los económicos. Y deben enfrentarlos sin el apoyo de sindicatos.

Las leyes impiden que se discrimine contra los inmigrantes sin papeles que reclaman compensaciones o atencion medica.

Aunque se desconoce el número, hubo hispanos sin papeles que recibieron algo de dinero a través de las demandas interpuestas a la ciudad y a las empresas de limpieza para las que trabajaron, según activistas.

Algunos como Padredin recibieron ayuda de la Junta de Compensación de Trabajadores del estado de Nueva York y pudieron pagar deudas, pero esperan recibir parte de los 2,8 millones de dólares que el nuevo fondo de impulsado por la ley James Zadroga repartirá entre aquellos que sufren enfermedades relacionadas con su presencia en la zona.

"Estoy esperando que la ley Zadroga me ayude. No puedo esperar años. No puedo volverme a Colombia con las manos vacías", dijo Padredin, quien vive con su hijo y hermana en un sótano en el barrio de Jamaica, en Queens.

Debido a su condición física, Padredin no puede trabajar más limpiando edificios y vende a veces bisutería en la Avenida Roosevelt de Queens para lograr algo de comer. También acude a un mercado de su barrio donde un día a la semana se reparte comida. Su hermana y su hijo la ayudan a pagar los 900 dólares mensuales de alquiler.

Aproximadamente 2.600 hispanos — entre voluntarios y trabajadores de limpieza — formaron parte de la lista del Proyecto de Trabajadores Latinoamericanos (PTLA), una organización que les ayudó a recibir atención médica y solicitar compensación económica. No se especificó si tenían o no papeles.

Oscar Paredes, el director de la asociación, que ya cerró sus puertas, dijo que conoce a cinco inmigrantes que regresaron a Colombia, República Dominicana o Ecuador a morir de cáncer. Otros tres que él conoció murieron aquí.
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"Los indocumentados lo han tenido mucho peor que otros que estuvieron allí, debido a la precariedad de su situación", dijo Daniel Coates, de la organización Se Hace Camino Nueva York, que se dedicó a ayudar a inmigrantes que trabajaron en la zona cero. "Muchos de los trabajadores eran hispanos y no tenían papeles. El no poder trabajar más les afectó gravemente".

Diez años después, buena parte de los afectados no pueden realizar trabajos físicos debido a su mala salud, viéndose así privados de su principal fuente de ingresos.

Algunos regresaron a sus países en Latinoamérica, dicen activistas que conocieron esos casos o los propios inmigrantes que hablan de sus amigos. Otros intentan subsistir en la ciudad como pueden.

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